Monago y el Gobierno de Extremadura( antes Junta de Extremadura) han pasado al Plan B, ante el fracaso del Plan A. El recurso a la herencia recibida, quiebra cuando el Consejero de Hacienda destaca la situación de Extremadura en relación a otras CCAA, que le ha permitido el año pasado ” pagar gran parte de las obligacines con los proveedores”. Y la EPA del primer trimestre viene a demostrar que las politicas puestas en marcha han conseguido cambiar el nombre de la Junta, la Asamblea y los colores de Canal Extremadura, pero también destruir cerca de 45.000 empleos. Se ha puesto en marcha el Plan B. Dividir Extremadura. El recurso del débil. Divide si no eres capaz de convencer de otra manera. Y a ello se han aplicado. Primero, intentando enfrentar pacientes y médicos, haciendo públicos los salarios de los primeros en bruto y sin explicar que incluyen las mañanas, las tardes y las noches, las navidades, semanas santas y veranos de guardias, comparándolos con los del gobierno extremeño en neto. Si queremos tener los mejores médicos, los mejores enfermeros, los mejores catedráticos, los mejores investigadores, no podemos comparar sus salarios con los que están demostrando ser los peores políticos del rencor y la revancha, sino con otros médicos y profesionales de otras CCAA y de otros países. Ignorando que si tenemos la sanidad o la educación que tenemos es por ellos, por todos los que del grupo A al E y del 1 al 5, lo hacen posible . Luego funcionarios y ciudadanos, hablando todo el día de los privilegios de los primeros en los horarios, en las bajas, en los permisos. Ignorando que son el mejor capital que tiene una administración. Dividen a las organizaciones agrarias, al mundo de la discapacidad. Quieren a media Extremadura frente a la otra media con aquello de que “o estas conmigo o contra mí”. “No saben quien soy yo” es una frase repetida en los aledaños de arriba de quienes nos gobiernan.
Y eso lo hacen cuando el clamor en la calle es el de la unidad. Esa calle por la que ahora pasan pero a la que no parecen ver, ni oir ni sentir. En nueve meses se han metido en una urna de cristal, van de acto en acto, felices de estar donde están, siempre muchos, risueños y orgullosos, pero afectados por una distancia de la realidad que asusta.
Y unidad no consiste en que yo me sume a sus aspiraciones de derribar el edificio que nos permite sentirnos iguales. Pero sí, que antes de tomar tantas decisiones erróneas que no proponen para negociar , sino que imponen sin hablar, hubiera un diálogo sincero con los representantes de los trabajadores, de las organizaciones agrarias, de las asociaciones…
La cuestión no es conseguir los votos de uno , de dos o de tres para tener la mayoría en el parlamento. Sino aspirar a tener detrás a una gran mayoría de la sociedad y del parlamento.
Pero eso no lo entienden. Y oyéndolos hoy en su Congreso para atacarme y atacarnos, como si ellos siguieran siendo oposición, uno entiende los complejos que cada día manifiestan en sus comportamientos. Lo malo, es que gobiernan, y sus complejos se convierten en decretos.
Guillermo Fernández Vara
Y eso lo hacen cuando el clamor en la calle es el de la unidad. Esa calle por la que ahora pasan pero a la que no parecen ver, ni oir ni sentir. En nueve meses se han metido en una urna de cristal, van de acto en acto, felices de estar donde están, siempre muchos, risueños y orgullosos, pero afectados por una distancia de la realidad que asusta.
Y unidad no consiste en que yo me sume a sus aspiraciones de derribar el edificio que nos permite sentirnos iguales. Pero sí, que antes de tomar tantas decisiones erróneas que no proponen para negociar , sino que imponen sin hablar, hubiera un diálogo sincero con los representantes de los trabajadores, de las organizaciones agrarias, de las asociaciones…
La cuestión no es conseguir los votos de uno , de dos o de tres para tener la mayoría en el parlamento. Sino aspirar a tener detrás a una gran mayoría de la sociedad y del parlamento.
Pero eso no lo entienden. Y oyéndolos hoy en su Congreso para atacarme y atacarnos, como si ellos siguieran siendo oposición, uno entiende los complejos que cada día manifiestan en sus comportamientos. Lo malo, es que gobiernan, y sus complejos se convierten en decretos.
Guillermo Fernández Vara
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