Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, julio de 2009: “Jamás en mi vida he recibido ningún regalo de El Bigotes. (…) No voy a dejar pasar así como así que se utilice mi nombre”. La misma alcaldesa, dos años y medio más tarde: “Un bolso de Louis Vuitton es un regalo habitual, pero hay regalos más caros (…) Todos los políticos y todos los funcionarios de este país reciben regalos en Navidad. Basta ya de hipocresías”. Ya. Claro.
El bolso de lujo al que se refiere Barberá es un obsequio tan habitual que cuesta unos 1.200 euros. Por comparar, España es un país donde seis de cada diez trabajadores cobran menos de mil euros mensuales; un país donde la extra de Navidad de la mayoría de los funcionarios está por debajo de este regalo que “no es de los más caros”. El bolso lo compró El Bigotes, para agradecer a la alcaldesa que no les jodía, aunque no les diese nada, según las grabaciones telefónicas que hemos escuchado estos días en el juicio a Camps. Compromís ha pedido a la Fiscalía que investigue si este supuesto obsequio de los reyes magos de la Gürtel se puede considerar la prueba de un delito de cohecho pasivo, como los trajes. Espero que la Justicia lo aclare pero, sinceramente, me parece lo de menos en el caso.
El escándalo no está en el bolso, ni en su precio, ni en el insulto a unos funcionarios valencianos que, en vez de regalos lujosos, han recibido por Navidad otra rebaja de salario. El pecado político que debería salir caro es el cinismo, la mentira, la impunidad, la hipocresía superlativa: decir sin parpadear que uno se paga sus trajes, o sus bolsos, o su caviar, o sus coches, o sus paseos en yate, y que después una grabación demuestre lo poco que vale la palabra dada. Y que nunca pase nada.1
Lo mismo ocurre con Camps que decía que no conocía al bigotes, al de la trama Gürtel y más tarde aparecen conversaciones suyas llamándolo "amiguito del alma", "te quiero un montón" o Costa que decía que tampoco lo conocía pero no pasa nada cuando se descubren conversaciones suyas pidiéndole que le consiga 100 gramos de caviar para cenar. Es lo que hacemos todos con las personas que ni conocemos, ni nos deben nada ni hacemos nada por ellos, pedirles caviar...
1FUENTE: ESCOLAR.NET
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