Defensa del ejemplar Carlos Fabra
Ya que nadie de
su partido tuvo ayer valor para defender al delincuente Carlos Fabra
(más allá de una tibia apelación a la “presunción de inocencia”), seré yo quien asuma la defensa del “ciudadano y político ejemplar”.
No, no voy a recoger firmas para pedir su indulto, ni le acompañaré en
la puerta de la cárcel (sería además una espera en vano). Solo pretendo
dar a cada uno lo suyo, y afirmar lo único que a día de hoy se puede
decir bueno de Carlos Fabra: que entre todos los corruptos del PP, es
casi el menos malo. No sé si es el más tonto, el más confiado o el más
antiguo, pero si lo comparamos con otros pájaros de su familia, no es ni
de lejos el peor.
Si uno coge a toda la fauna de
imputados e imputables del PP en los últimos años, Fabra parece el trigo
más limpio de todo ese campo de malas yerbas. Apenas tiene vínculos
pequeños con Gürtel (y encima le apodaron “el tuerto”), solo sale en los
papeles de Bárcenas en un apunte menor (una donación
que él hizo al partido), no se le conocen cuentas en Suiza, no ha usado
las puertas giratorias que su partido mantiene tan bien engrasadas, y
no fue consejero de ninguna caja de ahorros saqueada. ¡Pero si ni
siquiera fue a la boda del Escorial! ¡Es un pringao!
Sí, no hace falta que me recuerden sus méritos:
ha sido durante años el cacique de Castellón, ha manejado la provincia
como su cortijo, ha usado todos los resortes públicos para colocar gente
afín y comprar favores, ha despilfarrado recursos en proyectos
ruinosos, se ha chuleado a todos su oponentes políticos, y a lo anterior
sumen sus negocios turbios de los que ha conseguido salir limpio hasta
ahora, y los delitos fiscales ya condenados.
Pero aun
así, insisto: si lo comparamos con quienes se llevaban sobresueldos y
dietas, quienes repartían lo público entre sus amigos, quienes hundieron
las cajas y encima se fueron con indemnización, quienes llenaron su
región de Calatravadas multimillonarias, quienes trasiegan millones
hacia Suiza y otros paraísos, quienes se codean con el poder económico y
se ponen a su servicio; comparado con un Jaume Matas, un Bárcenas, un
Blesa o un Lamela, Carlos Fabra es un ciudadano y político ejemplar. ¡Si
hasta su yerno es más peligroso, ese Juan José Güemes que con su cara
de buenecito entregó nada menos que la sanidad pública madrileña al
negocio privado!
Fabra es un cacique, sí. De hecho,
es “el cacique”, como una especie en extinción, un vestigio de otro
tiempo. La suya es una corrupción antigua, de provincias, de las que ya
apenas quedan, frente a la corrupción 2.0 de los más listos. Carlos
Fabra enseñándole a su nieta “el aeropuerto del abuelo”. Carlos Fabra
colocando gente y reconociéndolo con orgullo. Carlos Fabra engañando a
Hacienda con la torpeza
de quien no está al tanto de lo último en ingeniería financiera. Carlos
Fabra recurriendo al viejo truco del billete de lotería premiado.
Carlos Fabra visitando el ministerio de Sanidad para agilizar unos
permisos, como si fuera un personaje de Cuéntame.
Un corrupto de la vieja escuela, que se le ve venir, granuja a la luz
del día, un gánster de medio pelo que conserva los códigos de familia
(incluida la familia política). Hasta en su percepción de la impunidad
era viejuno, confiado en que nunca le iba a pasar nada, y por eso ha
acabado cayendo.
Los suyos están en deuda con él: ha
cumplido una función de distracción durante mucho tiempo, se ha prestado
a ser el icono de la corrupción pese a no ser el que más ha robado. Ha
sido el pimpampún de la prensa y la oposición, con su aspecto de mafioso
de comedia, caricaturesco, pese a ser uno más (y no el peor) en una
auténtica Tierra de saqueo
como la Comunidad Valenciana. Consintió que su aeropuerto de pueblo
fuese el símbolo mundial del despilfarro, como si no hubiera derroches
muy superiores por todo el país.
Carlos Fabra es un
corrupto de ley, que no falla a los suyos. No como sus compañeros, que
le han dado la espalda en cuanto le han caído cuatro añitos de nada. Ya
sentirán la mala conciencia y le acabarán dando un indulto de tapadillo.
Qué menos.
FUENTE: www.eldiario.por Isaac Rosa
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